La
auto-dinamizaciÓn interna muy
particular del
eco-humanismo
Sentir y poder decir por qué se es eco-humanista, es importante. De una
manera u otra, cada uno con sus propias palabras, hay que poder darle a
entender a los demás que la motivación del compromiso eco-humanista es
primero proteger la gran Casa humana común, y
mejorar su calidad, así como la felicidad humana, por todos medios, según principios y fundamentos que transcriben desde más de 26 siglos un proyecto natural intrínseco de desarrollo y de supervivencia de la Humanidad.
Lo que implica comprender bien sí mismo, y dar a entender bien luego, este
proyecto, estos principios, y estos fundamentos, contribuyendo a su
transmisión y a su evolución óptima.
Es efectivamente lo que hacen corrientemente todos los eco-humanistas
educados.
Y algunos dellos van aún más lejos, dedicándose de manera todavía más
profunda, incluso permanente, al servicio activo voluntario del EH y de la Casa humana.
Estos voluntarios
y voluntarias impulsan, corrigen, advierten, intervienen, por todas partes dónde lo pueden, capaces tanto de
proteger como de arbitrar, de informar, y de motivar, en su comunidad. Son a menudo
originalmente a la creación de nuevos grupos ecohumanistas, y contribuyen evitando allí todo
eventual acaparamiento, abuso, o desvío. Cuando son bastante reconocidos y apreciados en esta actividad,
son llamados animadores, luego vigilantes, luego según el caso y el lugar, protectores "PE", y excepcionalmente sabios-guías .
Concerniendo esta sigla "PE", incluye
la letra "P" del término griego antiguo presbyteros (anciano de la comunidad), es decir una persona respetable y madura que se dedicaba a
una cultura que quería transmitir y honrar. La sigla "PE" incluye en complemento la letra "E" del otro término griego antiguo, episkopos
(vigilante), que designaba a un notable de la comunidad encargado de velar por la cohesión y por la calidad de creencia
que unía a los miembros. Estas funciones sociales han sido repetidas en el concepto latino de religión, efectivamente significando el hecho de
congregar, recoger, unir, pero finalmente alrededor de una entidad teísta. Entonces,
el eco-humanismo es no-religioso, en este sentido particularmente que no contiene liturgia, ni sacramentos, ni oraciones, ni divinidad superior a la Humanidad.
La calificación de una clerecía ecohumanista
"PE" prosigue pues solamente el sentido original correlacionado
de los términos presbyteros y episkopos, pero sin sagralidad religiosa, para caracterizar a una persona respetable laica encargada de velar por la cohesión de su comunidad,
y promoviendo un modelo cultural benéfico. Haciendo esto, los voluntarios eco-humanistas concernidos
se comportan efectivamente como ministros, no de una religión teísta, pero
de una filosofía y de una ciencia, intrínsecas y autoprotectoras
de la Humanidad.
No establecen entre ellos de jerarquía
vertical formalizada,
pero pueden asumir responsabilidades organizativas según sus niveles
sucesivos de cualificación, y pueden coordinarse y organizarse a su grado para ser más eficaces. Su función y su estatuto pueden ser
reconocidos y atestiguados por una o varias colectividades eco-humanistas. Tienen entonces el privilegio de ser consultables de manera prioritaria para la actualización y la adaptación de los principios
y de los fundamentos esenciales del eco-humanismo, teniendo en cuenta particularmente nuevas
avanzadas filosóficas y científicas. Así, globalmente, la excelencia conceptual y práctica
eco-humanista queda coherente y autocuidada. De donde su éxito.
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